Muy probablemente, el destino de la primera aventura de Tintín fue decidido por el abate Wallez, fervoroso anticomunista: no se trataba solo de entretener a la juventud, sino de mostrar los supuestos peligros que entrañaba el comunismo. Basado en un libro bastante popular en la época que denunciaba estos peligros, Moscou sans voiles ("Moscú sin velos", 1928), de Joseph Douillet, Tintín en el país de los soviets narra la incursión del reportero, ya acompañado por su fiel mascota, el fox terrier Milú, en la Rusia soviética. El dibujo de Hergé es todavía bastante rudimentario, y muestra claramente la influencia de historietistas estadounidenses como George McManus.
La historieta tuvo un gran éxito entre el público belga: cuando terminó de publicarse, en mayo de 1930, se escenificó en la Estación del Norte de Bruselas el regreso de Tintín a Bélgica. El personaje, representado por un boy scout de quince años, fue recibido por una auténtica muchedumbre. Gracias a esta gran popularidad, a partir de ese año sus aventuras comenzaron a publicarse también en Francia.
La segunda aventura de Tintín tuvo como escenario el Congo belga, y es una abierta apología de las ventajas del colonialismo, con ciertos tintes racistas. Predomina un discurso paternalista acerca de la dominación colonial, vigente en la sociedad belga de la época. Algunos de los aspectos más controvertidos del álbum fueron eliminados en ediciones posteriores. A pesar de ello, el cómic continúa siendo objeto de polémica, como lo demuestra la controversia ocasionada por su reciente reedición en el Reino Unido, en 2007.
Al término de la aventura de Tintín en el Congo se descubre que un grupo de gángsters de Chicago, dirigido por Al Capone, planea hacerse con el negocio de los diamantes en el Congo, anticipando ya la que sería la tercera de las aventuras del reportero, Tintín en América. En efecto, en la siguiente historia, que empezó a publicarse en septiembre de 1931 en las páginas de Le Petit Vingtième, el joven reportero y su inseparable fox-terrier visitan Estados Unidos, donde el protagonista no sólo logra desbaratar los planes criminales de Capone, sino que tiene tiempo para hacer una visita a los pieles rojas, largamente idealizados por Hergé desde su época de boy scout. Por primera vez, el personaje de Tintín toma decididamente partido por los derechos de una minoría oprimida, denunciando enérgicamente el abuso de que son objeto los indios en los Estados Unidos.
En el siguiente episodio de sus aventuras, Los cigarros del faraón, inicialmente titulado "Las aventuras de Tintín en Oriente", Tintín inicia un periplo que lo llevará a nuevos escenarios exóticos: Egipto; la India y, más tarde, en la segunda parte del álbum, El Loto Azul, China. En esta ocasión el reportero no viaja como enviado de su periódico, Le Petit Vigtième, sino por motivos de placer. En Los cigarros del faraón aparecen por vez primera dos personajes fundamentales en la serie, los policías Hernández y Fernández (Dupond et Dupont, en la versión original). Adquiere protagonismo también la figura del malvado millonario Rastapopoulos, que ya había tenido una breve aparición en Tintín en América. Con respecto a anteriores aventuras, la trama se ha enriquecido considerablemente.
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