En 1950 se crearon los Estudios Hergé. El autor, que había afrontado en solitario hasta el momento la responsabilidad de la realización de los álbumes del personaje (con la excepción de su periodo de colaboración con Edgar Pierre Jacobs) contó en adelante con todo un equipo de ayudantes a su servicio. Entre ellos, merece destacarse el trabajo de Bob de Moor.
El primer trabajo de los Estudios Hergé fue un nuevo díptico narrativo en que por primera vez su personaje realizaba una incursión en el terreno de la ciencia ficción, el constituido por los álbumes Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna, que se publicaron en la revista Tintín entre el 30 de marzo de 1950 y el 30 de diciembre de 1953. La publicación se interrumpió 18 meses, entre 1950 y 1951, a causa del agotamiento de Hergé.
Hergé trabajó intensamente en la documentación del nuevo proyecto, hasta el punto de que, cuando en 1969, más de quince años después de la conclusión de la publicación de la aventura lunar de Tintín, el Apolo XI se posó realmente en la superficie de la Luna, la historieta resultó bastante aproximada a la realidad. En la ficción, los promotores del viaje son los gobernantes del pequeño país ficticio de Syldavia, que ya había aparecido en El reino de Ottokar; en un lugar aislado, reúnen a numerosos científicos, bajo la dirección del profesor Tornasol, y construyen un cohete propulsado por energía atómica, cuyo diseño se inspira en el del V-2 de Wernher von Braun. A bordo subirá Tintín, junto con Milú, Haddock, Tornasol y —polizones involuntarios— Hernández y Fernández.
En diciembre de 1954 se inició la publicación de la siguiente aventura de Tintín, El asunto Tornasol, una historia de espionaje, con el telón de fondo de la guerra fría, cuya acción se desarrolla en Borduria, un país cuyo régimen dictatorial tiene grandes similitudes con los de los países comunistas de la Europa del Este (su ideología, el bigotismo, recuerda poderosamente el culto a la personalidad de Stalin en la Unión Soviética). En el álbum aparecieron por primera vez dos de los secundarios más recordados de la serie: Serafín Latón, "tipo característico del bruselense satisfecho de sí mismo" y el malvado coronel Sponsz. Con la finalidad de documentarse para la realización del álbum, Hergé emprendió un viaje a Suiza, ya que parte del argumento se desarrolla también en Ginebra.
La siguiente aventura fue Stock de coque, álbum en el que Hergé regresa al mundo árabe, que ya había visitado en anteriores entregas de la serie (Los cigarros del faraón y En el país del oro negro). El álbum es una denuncia de la esclavitud: Tintín debe en esta ocasión combatir contra una red de traficantes de armas y de esclavos, que afecta a musulmanes africanos en peregrinación a La Meca. Stock de coque recibió críticas por el lenguaje estereotipado de los africanos, y Hergé fue tildado de racista, por lo que en 1967 publicó una nueva edición del álbum, corregida, en la cual modificó la forma de expresarse de las víctimas del tráfico de esclavos.
Cuando terminó Stock de coque, Hergé se encontraba inmerso en una profunda crisis personal. Su matrimonio con Germaine Kickens se había roto a causa de su relación con la que se convertiría en su nueva esposa, Fanny Vlaminck, una joven que trabajaba en los Estudios Hergé y a la que doblaba en edad.
La respuesta de Hergé a esta crisis fue la escritura de uno de sus álbumes más conocidos, Tintín en el Tíbet, que el propio autor consideraba "un canto a la amistad". En este álbum reaparece Tchang, el compañero de Tintín en El Loto Azul, y el protagonista arriesga su vida por salvarlo. La historieta refleja también la situación del Tíbet, que había sido invadido por China en 1949; además, sólo nueve meses antes de que concluyese la publicación de la historieta, el Dalai Lama se había exiliado en la India huyendo de la represión china. Hergé toma nítidamente partido por los tibetanos. Aparece también en el álbum el mítico Yeti, sobre el que el autor de Tintín había leído abundantemente.
La década de 1950 significó el comienzo del éxito internacional de la serie. En 1956 se llegó por primera vez al millón de ejemplares anuales vendidos de álbumes de Tintín, y se iniciaron las traducciones a varios idiomas extranjeros.
La década de 1950 significó el comienzo del éxito internacional de la serie. En 1956 se llegó por primera vez al millón de ejemplares anuales vendidos de álbumes de Tintín, y se iniciaron las traducciones a varios idiomas extranjeros.
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